El piropo
En la estación del metro Los Cortijos, subí
para ir a Chacao con el de deseo de ir a
ver la procesión de Jesús en el huerto; que como cada Domingo de Ramos cruza
las calles de este pueblo que se tragó la ciudad, pero que aún mantiene vivas
algunas tradiciones.
El
calor era muy fuerte y en la estación, como ya es costumbre, no había aire acondicionado.
El tren llegó con algo de retraso y al entrar un vaho a ron con cigarrillo y
mal aliento me saluda, en mi cerebro machista comencé a buscar al borracho,
pero me di cuenta que cerca solo tenía a tres mujeres no muy jóvenes pero aún
en edad de merecer.
¨Claro que sí pajúa, yo todavía levanto y
bastante¨, desinhibida por los tragos de la noche y amparada en unos lentes oscuros, la mayor de las tres se me acercó con su aliento discreto y me
dijo: ¨¿Verdad, señor, que yo todavía tengo lo mío?¨ y aunque usted no lo crea,
no supe qué decir.
Las otras dos se ahogaron en risas, la pobre
mujer me miraba desesperada en busca de algo que pudiera sacarla del hueco en
que se hundía, de mis labios no salió nada y les juro que hice el intento.
Me
quedé mirándola, buscando algo, pero la realidad es cruel y no logré ver nada,
para colmo los lentes eran tan oscuros que por más que intenté no pude acercarme a su alma. Tenía el maquillaje todo
regado; era Heath Ledger en el momento
cumbre de su personaje del Guasón y estoy seguro que ella ante mi silencio
habría preferido estar muerta producto de una sobredosis.
En Los Dos Caminos se abrió la puerta y por
impulso decidí bajar aun cuando estaba lejos de mi destino, las mujeres seguían
riendo y la mujer Guasón me pintó una paloma a través del cristal.
Esperé
por un rato en el andén y subí al siguiente tren sin levantar la mirada, en mi
cabeza revoloteaba la paloma de la Guasón. Al llegar a Chacao me encontré con
la procesión en una esquina. La Verónica lloraba desconsolada y los cargadores
arrastraban los pies, una trompeta desafinada y un redoblante marcaban mis
pasos, por fin decido recomponerme, asumo que no fue mi responsabilidad y que
mi silencio no fue producto del desdén sino del miedo.
Levanté la cara y me encontré con las tres
mujeres paradas en la entrada de una licorería. Dios me regala la oportunidad
de reparar en el entuerto, me escondo entre la gente, justo detrás de Jesús en
el huerto y con la esperanza de no ser reconocido. Me envalentono y con un
grito inexplicable le digo a La Guasón con un lujuria que jamás había sentido “¡Mamita,
que Dios me perdoné, pero yo por ti me iría al infierno!”. En mitad del piropo
siento que no es muy convincente, creo que le hace falta algo vulgar y
categórico, agregué “¡CHUPÁNDOTE LAS TETAS!”.
En ese justo momento la trompeta paró y el
tambor se ahogó en mi grito, estoy seguro que la Guasón no me escuchó porque en
el estado de la pea ya estaba sorda y sus amigas mucho menos, así que el piropo
para lo único que sirvió fue para
desatar la ira de una beata gorda pero ágil que me persiguió por tres
cuadras dándome latigazos con las palmas benditas que vinieron del Ávila.
Eres un genio! Un humor exquisito mi querido chema
ResponderBorrarEres un genio! Un humor exquisito mi querido chema
ResponderBorrarjajajaajajajajaja Chema me has hecho la noche, mientras el tambor se ahogó en tu grito, mi casa se estremeció con la carcajada que sacaste de mi ser, en este preciso instante.
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