martes, 28 de julio de 2015

Amor Brujo

Al entrar al vagón pude reconocer la melodía del Amor Brujo de Manuel de Falla. El tren estaba vacío, me ofrecía la dignidad de elegir donde sentarme, como la mayoría de las veces elegí  la ventana.
 A mi lado se sentó un mujer hermosa, la primero que me impresiono de ella fue su olor, un poco fuerte pero agradable, una mezcla de sándalo y frutas cítricas. Su cabello negro y abundante, me hizo recordar a Yajaira Vera,  Miss Venezuela 1988. Médico de profesión que terminó narrando noticias en el observador de RCTV.  No me resistí y volví la cara para verla bien, me encontré con sus bellos ojos verdes, muy parecidos a los de Neyla Moronta  Miss Venezuela 1974, modelo de Tropicana y famosa por tardar 15 años en graduarse de odontóloga. Entonces pensé que en este país hay reinas de belleza por todas partes. Ni siquiera hice el intento de sacar el libro, supe desde el primer momento que Neyla Yajaira tenía mucho para darme hoy.
La uñas largas como las de Lila, pintadas con motivos florares y multicolores a juego con la blusa, toda una gitana en apariencia, del  bolso colgaba un pañuelo y en las muñecas las pulseras sonaban como campanas.
¿Qué me ves? Preguntó amable. Envalentonado y seguro respondí, a usted que es muy hermosa. Sonreímos y comenzamos a quejarnos de los retrasos del tren, terminó el amor brujo y Rocío Durcal comenzó con el lamento del puerto de Vallarta y la tristeza de sus ojos.
Neyla Yajaira, comenzó a tararear e interrumpiendo la estrofa  me mira y dice, es que me recuerda a mis muertos,  le comento que me pasa lo mismo, la canción sigue su triste curso y ella se voltea para decirme. “A ti te cuidan tus muertos”, un escalofrío me recorrió la espalda y ella prosigue,  una mujer y dos hombres,  siempre están contigo, se encargan de que nada te borre la sonrisa, ellos espantan a la gente que quiere hacerte daño.
Sonreí de nuevo  y  ella regresó a la canción, en  la estación Mamera me preguntó cuál era mi signo, géminis le dije y peló los ojos. Hizo un análisis de mi personalidad que duró hasta la estación Capuchinos, no todo lo que dijo era cierto, pero pegó algunas cosas,  confieso que me hizo sentir bien, según ella mi futuro promete. 
En la estación Teatros me preguntó el signo chino, Rata le dije y entonces sacó un tarjeta del bolso, si te interesa saber más llámame, yo trabajo aquí en el centro y ya voy llegando. Me gustaría conversar más contigo, yo creo que tú eres más brujo que yo y soltó una risotada.

Se bajó en la estación Nuevo Circo y el señor que ocupó su puesto, me dice coño pana cómo hiciste para levantarte a ese mujerón, lo miré y le respondí, son cosas del destino. 

lunes, 27 de julio de 2015

!Aló !

Hablar por teléfono parece que es tan contagioso como el bostezo o la risa.

  En la mañana del sábado el vagón viene cargado de amanecidos y hediondos a rumba, una situación muy particular que hace que el viaje en metro sea distinto al de los otros días.  El vagón no va muy lleno y es mucho más fácil  escuchar conversaciones.  
 Arranca   el tren y suena un teléfono, en el segundo repique un hombre que no podía ver desde mi puesto gritó. "Aló!! ¿Quién es? mamá guebo apareciste ¿Qué día es hoy? ... Cómo que no sabes coño e' tu madre. Es sábado y me tienes que pagar, tienes toda la semana guabiniando y hasta hoy me llegó la paciencia”… 

 Acto seguido a todo el mundo le dio por hablar por teléfono. 

Al oír la conversación  es fácil imaginar una historia, está clarita, pero en otras de las que se desencadenaron durante el viaje no puede descubrir nada, como en esta.  

"¿Qué pasó marico?... No vale una bolsa nada más... No marico eso es mucho y después me pongo popular… dale pues… Si va, pero con una botalla.... sí se hace guebón, la rendimos... Sí va... Sí va... Fino" 

Nadie tiene reparo en decir palabrotas, no importa si hay niños o ancianas, la gente habla por teléfono como si estuviera en su casa. 

“¡Alooó!  … Marica yo llegué a mi casa como a las 6... Si ya salí otra vez.... Si vale la pasamos fino.... Con Royel… sí y con Crismal. Ella sí bailó que jode... No vale yo estaba pendiente de la sopa... Royel quería comel, pero en lo que vio el ron se olvidó del mondongo”

No me cuesta mucho seguir dos conversaciones a la  vez así que esto fue lo que escuché en paralelo. 

“Hola mi vida... Nena me has llamado 12 veces... Claro que me ladilla un pelo, pero si te lo digo quien se aguanta el peo.... Claro amor yo te amo.... Coño sabes que puedes llamar cuando quieras…. Mami dormimos juntos… ¿Crees que soy tan perro que me voy a ir con otra? No vale... Mami voy en el metro para la casa... Bueno amor piensa en lo quieras... Coño la verdad que eres  inconforme... Pana ¿tú me estás hablando en serio?.... Ok vale, yo me llego pero como a las 2”...

Esta conversación,  es la que un macho domesticado tendría con una celosa cualquiera, así que pudo haber pasado desapercibida pero lo que más llamó mi atención es que él nunca le soltó la mano a una muchacha que le acompañaba y lo peor fue el beso que le dio en los labios después de colgar. 

 En mitad del asombro escucho  el tono de Nokia,  repica dos veces  y el tercero es interrumpido. 

“¿Alooooó?  Sí, soy quien habla…  eso cuesta treinta mil… para dos personas… la adicional son doce…  sí bueno es grande pero no para que duerman tres… sí, tiene aire…  ortopédico…  sí muy cerca…  y tiene estacionamiento… bueno si el niño tiene menos de tres años  no paga… no señor eso es una posada familiar, no es para hacer bochinche…  de nada…  también tengo otros planes,  si gusta llama”...

“Aló, voy en el metro…. Espérame ahí que ya estoy cerca… coño si has esperado dos horas no te cuesta nada esperar quince minutos… aló….”

“No vale, no seas pendeja no te lo cales más…”

“Yo le dije a mi mamá”

 Mi cerebro entra en crisis, es demasiada información para procesar, este vagón viene cargado de historias, conscientemente decido no escuchar más y me atrevo a sacar mi teléfono,  siento  un poco de miedo, se de muchas historias de robos, pero creo que voy en territorio seguro, sino los otros pasajeros no estarían hablando.

En serio estoy considerando comprar un reproductor de MP3 y unos audífonos,  no quiero volverme loco  con tanto cuento.

“Aló, negra…. Montantes las caraotas… yo compré el queso y lo plátanos…

“Mami, llegando activa”…. “No vale yo no tengo real “…. “Bueno  pero tenemos patria”…

“Yo no me retrato en grupo pendejo”… “A mí no me gustan esas cosas”…  “mámelo en cruz”…


jueves, 23 de julio de 2015

Don Quijo el que los Mancha



 En alguna estación del metro de Caracas de cuyo nombre no quiero acordarme, subió  un flaco y un gordito.  Ambos de mediana edad y con cara de quien regresar de luchar con molinos de viento, la ropa limpia y bien planchada. Si mamá los hubiera visto diría que ellos si tienen mujer.
 En la mente de muchos en este país, las tareas domésticas son exclusivas de las damas, es su obligación hacer que los hombres se vean impecables, aunque tengan que dejar la pintura de uñas en la batea.
 La conversación entre este Quijote y su fiel amigo Sancho la agarré comenzada, peor no me costó mucho tomar el hilo. Un entrometido de oficio como yo tiene sus técnicas.
 El quijote narraba de cómo se había casado con una feminista, sí una feminista, o eso era lo que él creía.
“Cuando nos mudamos juntos, ella me advirtió que era una hembra liberada y me hizo jurar que las tareas del hogar serían compartidas, si ella cocinaba yo lavaba los platos y así, pero desde hace varios meses  no quiere hacer nada”
Sancho escuchaba con atención y sólo abrió la boca para decir “Coño mi pana eso es delicado, no me atrevo a decir nada porque esa es tu mujer, pero verga marico te la dejaste meter completica.
 El Quijote siguió contado  “Es muy ladilla tener que pararte a planchar para salir, llegar en la noche mamao a cocinar,  si no me toca acostarme sin comer, porque con la excusa de que ella se toma la  merengada de Hebalife  para no engordar, no se acerca a la cocina”
En ese momento sentí ganas de decirle que ella más que una feminista es rolo e´ floja, pero recordé el Sancho de esta historia no era yo, así que guarde silencio y decidí escuchar lo que el auténtico Sancho tenía para decir.
“La mujer mía si está clarita, ella sabe que yo traigo los reales y que si no hay comida  no hay real y si no hay real no hay ropa”
Fue inevitable no sonreír y quedar en evidencia, para no parecer el entrépito que soy,  rápidamente  metí la cabeza en mi libro, e hice lo que mejor se hacer en estos casos, hacerme el pendejo.  
El Quijote me ignoró y siguió con su novela de caballería: “No vale lo de ropa es un peo, cuando le pregunto por algo me dice búscalo en el tobo (cubeta o balde para los lectores que no son venezolanos)  tiene un tobo para la ropa sucia que siempre es el más lleno y  uno para la ropa limpia. En realidad tiene un tobo para todo, dice que su mamá le enseño que la ropa se debe remojar y me obliga a poner los interiores en tobo con Ariel que tiene debajo del lavamanos, dice que le arrecha tener que lavar frenazos”
Entre arcadas llegué a mi estación, me quedé con las ganadas de decirle al Quijote un montón de cosas de su Dulcinea del tobazo, perdón del Toboso, pero el asco fue mayor que la imprudencia y eso la es decir bastante. 

martes, 14 de julio de 2015

Lo que yo aprendí en la escuela.

  En la estación Alí Primera, tuve que pegar una carrera para subir al vagón. Desde la semana pasada hay operación morrocoy, eso es una pesadilla, si pierdes un tren tendrás que esperar cuarenta minutos más en el andén hasta que llegue el próximo.   Hoy no tuve la suerte de encontrar un asiento; así que como puede saqué el libro del  bolso y cuando me disponía a leer, escucho una voz "Buenos días señores pasajeros, que hoy todo sea maravilloso" todo el mundo responde como con temor  y recuerdo que así sonaban en mi salón de clases en la escuela José Antonio Rodríguez López, cuando entraba la directora. La maestra Haidee era una mujer que media un poco más de 1.80m y pesaba más de 100 kilos, siempre estaba montada en  unos suecos de corcho muy altos, parecía un gigante de cuentos o al menos para mí lo era, su sola presencia podía hacer aflojar la vejiga de muchos, a los 9 años es muy difícil diferenciar  respeto de miedo, así que cuando entraba la directora todos temblábamos. No sé por qué pero temblábamos. Su voz era profunda, nada dulce, pero jamás fue irrespetuosa, en mi colegio las maestras eran tan extraordinarias, que aún las  puedo recordar con lujo de detalles, sus enseñanzas viven en mí y las practico a diario,  para mí dar las buenas horas  no es una obligación es un hábito,  por eso creo que me molesta tanto la actitud de los vendedores que prácticamente obligan a responder y entonces al igual que mi salón de infancia  se responde sin tener claro si por respeto o por miedo.
Es cierto que a mucha gente  la educación se le fue a las patas, como decía mi maestra de cuarto grado Petra de Villanueva, pero también es cierto que algunos se la quieren dar de muy educados para ser quedar mal otros. ¿Cuantas veces han escuchado el chiste de la monja que se tira un pedo en ascensor y cuando le reclaman responde diciendo que como nadie contesto los buenos días pensó que estaba sola?  Si esto tuviera algo de verdad en esta ciudad todo olería a mierda, porque nadie responde.  Desde que descubrí que cuando daba los buenos días en voz alta, todo el mundo pensaba que yo iba a pedir dinero y en lugar de responder se llevaban la mano al bolsillo, decidí hacerme el pendejo,  entonces ahora saludo en voz baja y sólo a los que tengo cerca eso es mejor que tírame un pedo o quedar como un mendigo.
El señor que dio los buenos días, resulto ser un músico extraordinario, con su cuatro y su canción nos acompañó en el recorrido y antes de llegar a Las Adjuntas el tren explotó en aplausos.
 Mientras  cambiaba de tren recordé la primera vez que me aplaudieron fue en el preescolar, la maestra Gilda y la maestra Esthela que luego fueron mis maestras de tercero y cuarto grado, prepararon un baile, todas las compañeritas estaban vestidas de muñecas y yo era un el encargado de darles cuerda. Debí memorizar  un corto texto, mirando al público decía ¿Por qué mis muñecas no bailan? Y al son de Richard Clayderman  las niñas giraban  – ese carajo me persigue desde siempre- y yo caminaba entre ellas fingiendo que era un viejo pero siendo el niño más feliz de mundo.

La escuela fue el primer lugar a donde deseaba ir, aunque las matemáticas no me gustaban me enfrentaba a ellas con coraje y tratando de hacerlo bien, La Maestra Morelia Monte de Oca, en el quinto grado C, con un dulce regaño me enseño, que lo que menos te gusta debes hacerlo rápido, no para salir del paso, sino para tener tiempo de hacer lo que te gusta.  
De ella aprendí que las ciencias sociales y la literatura eran lo mío. Ella también nos daba una materia que tenía por nombre Aprender a pensar, esa cátedra fue incluida el pensum de primaria  en 1975 cuando Luis Alberto Machado ocupa el Ministerio de la Inteligencia y Luis Manuel Peñalver era Ministro de educación,  vale destacar que los ministros eran personas preparadas   y no aduladores del régimen como el actual ministro de educación Héctor Rodríguez.
 Aprender a pensar, era una forma divertida de entender el mundo, en cada caso teníamos que identificar lo positivo, lo negativo y lo interesantes de la cosas. Esto lo sigo aplicando en la cotidianidad, por eso sé, que  lo negativo de viajar en metro es el tiempo que invierto en llegar desde casa al trabajo, lo positivo es que siempre descubro cosas que puedo contar y lo interesante es la gente que conozco a diario, gente que me hace reafirmar lo que soy  y me enseña tanto como mis maestras de primaria

viernes, 10 de julio de 2015

La venganza de Pablo Coelho.

 Estoy seguro, que la persona que selecciona la música del metro, odia a todo el mundo. Si es una mujer es más mala que Ivonne Attas y si es un hombre es tan malo como Henry Galue en su personaje de Julián Zerpa  en El sol sale para todos.   Esta persona debe disfrutar pensando en  el malestar que va generar con su música en los usuarios, a veces creo que es el mismísimo Pablo Coelho vengándose o mí. 
 La música en el tren debería ser para tranquilizar, no para joder, el volumen nunca es adecuado: hay días en que está tan alto que no puedes escuchar ni tus pensamientos, aunque no tengo problema porque mis recuerdos no hablan, gritan.
 No sé qué es peor, si Camilo Sesto o  Richard Clayderman , este último me hace recordar a nuestra  primera Miss Internacional Nina Cicilia, tocando el piano en una edición del Miss Venezuela, mientras las muchachas desfilaban con los traje de Guy Meliet y  Giorga Reyes. También me hace recordar la voz de Carmen Victoria  describiendo los trajes, regias columnas de gazar de seda, cascadas de cristales de Swarovski, polizón de Shantú a modo rosas que se desprenden de un ramillete primaveral, kilos y kilos de lentejuelas boreales, vestidos cortados al  bies y millones de canutillo.
 Por cierto eso me hace pensar que la persona que escribe esos textos debe ser  la misma quien redacta el menú   en  los restaurantes caraqueños. 
 Sobre una regia cama de lechuga cortada al bies, el plato nos luce un regio trozo de lomo de credo, acompañado con cristales de ají dulce y perlas de alcaparra.  ! No me jodas!
   Pero regresemos a la música que es  el tema que nos ocupa. No sé si es que cada media hora se repite,  pero casi todo los días me encuentro con  Barry Manilow y su Copacabana, ¡Coño me acorde de los Miss Venezuela otra vez! En el 86  Fedra López recién salidita de la filas de la rumba flamenca de su señor padre Juan Carlos (Sí, era su padre, no se la estaba tirando como todos pensamos) bailaba merengue con Herminia Martínez con una mangas igualitas a las de Barry.  Yo he pensado mandarme a hacer unas mangas de esas  y sacarlas del morral ponérmelas para bailar  por todo el vagón, en serio lo estoy pensando, eso puede ser divertido.
 La música del metro es un horror. Desde hace unos días el loop de los trenes está compuesto por melodías que creo son interpretadas por artistas del altiplano, el instrumento que más destaca es la Zampoña, ese instrumento suena como si soplaras botellas y que después de 5 estaciones lo sientes hasta en el alma y digo alma  por no decir culo y dos veces al día no está fácil.


Por favor Pablito cámbiame la musiquita, te prometo que no me vuelvo a meter contigo hasta el mes de agosto.  

jueves, 9 de julio de 2015

Nada

    No siempre el Metro de Caracas, te ofrece historias divertidas e interesantes, no siempre hay humor o drama.
 Hay días en el vagón va tan tranquilo como el agua de un tanque, es como si todo el mundo siguiera dormido.  No hay libros de Pablo Coelho, ni música desagradable, no hay mujeres en tacones velando un puesto, ni siquiera un vendedor de caramelos. 
   Hay día en los que el silencio es la norma y la nostalgia es contagiosa. No hay historias de amor, los enamorados no se toman de las manos ni se miran a los ojos.
Hay días en lo que el tren está frío, oscuro y se arrastra cansado por los rieles entre estación y estación cargado de penas. No importa quién entra o quien sale, las alarmas no inquietan a nadie, hoy aquí no pasa nada.
   Es difícil encontrar una historia en este vagón mezquino, ninguno quiere contarme nada, especular no es divertido, inferir es un pecado. Todo es blanco y negro, no hay transformaciones con maquillaje, nadie habla por teléfono, los amigos no se saludan, los expansivos se quedaron en casa, los niños no lloran y no hay más remedio que leer. 
  Pero leer ya no me complace, a los personajes que leo me toca imaginarlos, pero a los que viajan conmigo con descubrirlos y describirlos tengo. 
 El bloqueo es general, las caras están en neutro, quiero hablar pero no me atrevo a romper el celofán, me da pena molestar, todos están a gustos consigo mismo y sus angustias cotidianas.

 Hay días  en los que como hoy es mejor dejar que cada historia llegue a donde quiera, hay días en los que habría sido mejor no salir de casa. 

lunes, 6 de julio de 2015

Estrenos y Estrellas.

 A muchos  de los que  viajan en el metro, se les olvido que no van solos, es un espacio muy reducido es necesario tener conciencia del lugar que ocupa tú cuerpo. Si no terminas encaramado en lomo del alguien.  Las recostadas de tostón están a la orden del día, y las de lolas también, no crean que la recostadera, es exclusivamente masculina.  A estos hombres y mujeres yo decidí llamarlos los expansivos.
Hoy una chica 42- B parada junto al asiento donde viajaba,  le dio por hacerme sentir sus atributos, recostó sus melones en mi hombro con el mayor de los descaros, traté de ser comprensivo, imagino que no es nada fácil cargar con todo ese peso, pero la situación se tronaba incomoda, sobre todo con el bamboleo del tren,  así que  subí la mirada para decirle que no me estaba gustando  y la descarada me disparó una sonrisa de nueve milímetros, lo que ella no sabía es que para matarme se necesitan balas de plata.
Bajé la cara con indiferencia y regresé a la lectura, fue difícil retomar el hilo porque la mujer comenzó disparar balas de rabia. Acudió al lugar común “si no te gusta vete en taxi”  una frase nada democrática que anula mí derecho y el de cualquiera a viajar en paz y sin ningún peso extra. Así pasó varias estaciones, cargada de ira, guarde silencio, hace poco descubrí que la mejor batalla es la que no se lleva a cabo. 
No sé en qué estación se bajó, un tipo que viajaba a mi lado, me miro compasivo y dijo: “Ante ese tipo de mujeres yo me siento indefenso, que bueno que no le dijo nada, estoy seguro que si le decía algo le lanzaba un coñazo” . Conversamos un par de estaciones y traté de explicarle mi teoría a cerca de los expansivos, creo que a él no le interesaba mucho porque regreso a las páginas de una revista dominical, cual será mi sorpresa cuando veo que lo que leía era el artículo que semana a semana le publican a Pablo Coelho, entonces entendí que era inútil continuar la conversación.
De fondo sonaba, una versión de una canción de Camilo Sexto “Necesito morir, necesito morir, peor contigo…. Yo necesito saber, si quieres ser mi amante”. Para tratar de olvidar el peso de las 42-B, me puse a tararear y recordar los grandes días de Sábado Sensacional, la lista de estrellas que brillaron en su escenario y las bailantas del Paseo Los Próceres.
 Pero eso no fue suficiente, lo que en realidad me tenía molesto era el tipo que traía al lado, no sólo por lo que leía, sino porque descubrí que él también era un expansivo, traía las piernas abiertas y yo sentado como Albani Lozada, ocupaba su puesto y la mitad del mío, yo andaba en modalidad Bonaire una nalga en el asiento y la otra en aire, recordé que era cagado y como sentí que no corría  peligro me envalentoné, lo miré y  dije: Sabes por qué no te intereso lo que decía, me miró con cara de qué te pasa, y disparé. Es que tú eres tan expansivo como la chica que se bajó ¡es más vale! Cierra las piernas que yo también tengo dos testículos bien grande y no ando molestando a nadie.

Esta vez fue a mí a quien miraron con desprecio, él tampoco quería pelea, así que terminaos el viaje como  en el sección Estrenos y Estrellas del noticiero, yo era Albani  y él Tatia Irazar. 

viernes, 3 de julio de 2015

Vale la pena

 "El que no conoce la canica no tuvo infancia" así comienza el discurso de del vendedor. Entre las 9 y las 11 de la mañana, baja considerablemente la cantidad de pasajeros y  esto genera un espacio perfecto para el negocio de los vendedores ambulantes y la mendicidad.
 La competencia es fuerte, tanto vendedores como mendigo tienen que generar un discurso digno de aplausos, deben hacer que la gente llore o se ría y que con los ojos aguados se  lleven la mano al bolsillo o la cartera.
 Bertolt Brecht en su ópera de tres centavos,  hace referencia a la importancia de trasformar el discurso lastimero en entretenimiento. Yo no creo que  los buhoneros y mendigos han leído a Brecht, pero la mayoría ha entendido que es más productivo hacer reír.
 En el viaje  de hoy, que fue muy lento, decidí prestar atención al discurso, estaba muy bien estructurado, este muchacho que  no debe tener más de 20 años,  arrancó con esa frase que iba directamente al inconsciente, inmediatamente me vi pidiéndole un real a mi papá para comprar dos canicas.
 Las  canicas son nos caramelos  redondos que vienen en empaques de plástico transparente, contienen 6 unidades y es recomendable chuparlos un buen rato antes de morderlos porque si no te puedes romper un diente.
  El muchacho usa palabras como, paladar, deleite y emoción. Palabras que suben inmediatamente el valor aspiracional del producto. Pero esto no lo hace por azar, el precio  de la canica ya no es un medio (25 centavos) cuestan  20 bolos, osea lo que costaba un Bacchi en 1983 cuando yo le pedía un real (50 centavos) a mi papá, por eso se hace necesario resaltar sus atributos para poder venderlo como una joya y no como el caramelo mierdero que es.
   Aún recuerdo el lanzamiento del Bacchi, un maravilloso comercial para contarnos de este  nuevo chocolate relleno de avellanas, en forma de bombón, envuelto en un delicado papel de aluminio, con letras azules y plateadas y su principal atributo emocional, en su interior traía un papelito con un mensaje de amor; yo nunca puede entenderlos,  estaban escrito en Italiano, inglés y francés  y a mí eso de los idiomas nunca se me ha dado, Por eso prefiero escuchar música en español porque la puedo cantar:  Pero el precio no es la coincidencia m  más importante entre las dos golosinas  que recuerdo, en los ochenta todo el mundo tenía un perrito  poodeles, que si no se llamaba canica se llamaba Bacchi.
 Este vendedor es muy inteligente mientras recorrer el vagón deja colar frases  manipuladoras que por más  publicista que seas te hacen cuestionarte  “las canicas sirven para refrescar el aliento”,  coño  él ya sabe que hay burda de gente la boca pinche y nadie le gusta tener mal aliento,  creo que debería comprarle siempre para repartir en caso de emergencia, pero sé que no se debe apoyar la buhonería, entre canción y canción,  una voz nos recuerda a los pasajeros que  “comprar  en los trenes perjudica el buen funcionamiento del sistema”. 
  En la mitad del vagón lanza su última estrategia, busca dar donde más te duele, "No llegué con las manos vacías, cuando el niño o la niña te pregunten” Papi, mami que me trajiste”  Eso si es un golpe bajo. Yo que no tengo muchachos quiero compararle todas las canicas,  estoy seguro que muchos imaginan la cara de decepción de los muchachitos o las de alegría y van y le compran, pasando por alto el mensaje del alta voz.
 Cuando pasa por mi puesto, saco cien bolívares, que ya no son nada fuertes, y me quedo con cinco paqueticos de canicas en las manos. Una niñita que está sentada frente a mí, me lanza su mirada de yo quiero, número diecisiete y con gusto le doy uno.  Abro otro y le ofrezco a la señora que  sentada junto a mí y  con una sonrisa de me pena me dice que no, la miro bien  e identifico que es de mi generación y nosotros nos enseñaron que no debíamos aceptar nada que nos ofrecieran en la calle.  Unos  asientos más allá, están unos niñitos con  la carita triste porque la mamá no les compró, estiro la mano para darles tres paqueticos  y veo como en sus caras de dibuja la alegría, esa sonrisas han hecho que esos 100 bolívares valgan mucho y desde mi egoísmo siento que valió la pena quebrantar la norma.

Ahora le toca el turno a una chica que vende tostones con ajo, abro el libro para no escucharla porque si no  voy allegar hediondo a la oficina.

jueves, 2 de julio de 2015

Y sin embargo te quiero.



 Hoy Yoti, mi amiga, me ofreció llevarme en su carro a la estación Capuchinos, me sentí afortunado, de sólo pensar que me ahorraría la mitad del recorrido, fui tan feliz como cuando me enteré, que por fin la telenovela “Como tú ninguna” llagaría a su capítulo final después de casi dos años de transmisión.
Como si se tratara de un lunes bancario, la autopista estaba sola, tan sola que bastaron 15 minutos para llegar desde Las Mercedes a Saint Martin avenue. Me bajé del carro un poco decepcionado, fue muy poco tiempo para conversar con Yoti, con ella puedo pasar el día entero conversando y siempre encontramos algo para reír y divertirnos.
Eran las 5.27 p.m cundo vi el reloj por última vez, luego desapareció de mi muñeca, sin saber cómo ni dónde, descubrí su ausencia al llegar a casa. El andén estaba a reventar; todos queríamos entrar, pero los trenes venia tan llenos con un San Ruperto, (Así se llamaba una línea de buses que circulaban por Caracas antes de la inauguración del metro) una chica que estaba parada delante de mi leía Verónica decide morir de Pablo Coelho y me dieron ganas de empujarla a los rieles, pero preferí buscarle conversación. Quería que supiera que Él es el Ricardo Arjona de la literatura, pero fue inútil, Coelho se le antojó más entretenido. De fondo Joaquín Sabina berreaba Sin embargo te quiero, me sentía como perro con gusanos, necesitaba hablar para olvidar el desprecio de la tipa. 
Pasaron tres tristes trenes llenos de gente triste y nada, seguía parado ahí, entre el calor de mis compañeros de andén, una señora de edad dudosa vestida como una adolescente y la cara gritándome jamás he usado Segundo Debut, una chica enorme que descubrí que era un hombre cuando me recostó el tostón y un tipo que venía con ella que era una suerte de Walter Mercado, pero como del de Quita Crespo. Abrí la boca para quejarme del calor y entre todos entablamos una conversación sustentada en nada, es muy raro cuando conversar cuando no ves la cara de la gente, pero en el andén es un lujo que no te puedes permitir, los ojos deben estar puesto en lugar donde calculas se abriera la puerta, sin embargo la conversación fluyo con humor, haciendo que la espera fuera menos trágica.
Luego de ver pasar 5 ó 6 trenes logramos subir, quedamos todos muy apretaditos, tanto que volví a sentir el tostón de la chic@, como pude me voltee y le lancé mi mirada de ira número 45. Creo que entendió que no estaba interesado en el plátano que me ofrecía. Avergonzad@ bajó la mirada sacó y sacó el pecho, echó para atrás el culo y se alejó de mí, así pasamos dos estaciones, en un baile caluroso e indiferente, cachete con cachete, afortunadamente no me pegó ningún tufo. En el tren no cabía nadie más, estaba completamente en silencio, un silencio que estoy seguro todos agradecíamos porque cuando a un vendedor inoportuno se lo ocurrió decir " Una Venezuela activa que me de los buenos días” la gente grito a una sola voz !noooooo valeeee! Una señora muy fina gritó ¡No joda chico, tú si eres arrecho!!!!! Y el carajo no tuvo más remedio que abortar su misión de venta. En la estación La Paz el tren se despejó un poco, vi a un amigo y me acerqué a conversar, olvidé completamente a mis amigos del andén, pero volví a saber de ellos cuando al llegar a la estación Antimano Walter Mercado y se bajó del tren y desde el andén me lanzó un besito.