Hablar por teléfono parece que es tan contagioso
como el bostezo o la risa.
En la
mañana del sábado el vagón viene cargado de amanecidos y hediondos a rumba, una
situación muy particular que hace que el viaje en metro sea distinto al de los
otros días. El vagón no va muy lleno y es mucho más fácil escuchar conversaciones.
Arranca
el tren y suena un teléfono, en el segundo repique un hombre que no
podía ver desde mi puesto gritó. "Aló!! ¿Quién es? mamá guebo apareciste
¿Qué día es hoy? ... Cómo que no sabes coño e' tu madre. Es sábado y me tienes
que pagar, tienes toda la semana guabiniando y hasta hoy me llegó la paciencia”…
Acto seguido
a todo el mundo le dio por hablar por teléfono.
Al oír la conversación es fácil imaginar una historia, está clarita,
pero en otras de las que se desencadenaron durante el viaje no puede descubrir
nada, como en esta.
"¿Qué pasó marico?... No vale una bolsa nada
más... No marico eso es mucho y después me pongo popular… dale pues… Si va,
pero con una botalla.... sí se hace guebón, la rendimos... Sí va... Sí va...
Fino"
Nadie tiene reparo en decir palabrotas, no importa si
hay niños o ancianas, la gente habla por teléfono como si estuviera en su
casa.
“¡Alooó! … Marica
yo llegué a mi casa como a las 6... Si ya salí otra vez.... Si vale la pasamos
fino.... Con Royel… sí y con Crismal. Ella sí bailó que jode... No vale yo
estaba pendiente de la sopa... Royel quería comel, pero en lo que vio el ron se
olvidó del mondongo”
No me cuesta mucho seguir dos conversaciones a la vez así que esto fue lo que escuché en
paralelo.
“Hola mi vida... Nena me has llamado 12 veces...
Claro que me ladilla un pelo, pero si te lo digo quien se aguanta el peo....
Claro amor yo te amo.... Coño sabes que puedes llamar cuando quieras…. Mami
dormimos juntos… ¿Crees que soy tan perro que me voy a ir con otra? No vale...
Mami voy en el metro para la casa... Bueno amor piensa en lo quieras... Coño la
verdad que eres inconforme... Pana ¿tú
me estás hablando en serio?.... Ok vale, yo me llego pero como a las 2”...
Esta conversación, es la que un macho
domesticado tendría con una celosa cualquiera, así que pudo haber pasado
desapercibida pero lo que más llamó mi atención es que él nunca le soltó la
mano a una muchacha que le acompañaba y lo peor fue el beso que le dio en los
labios después de colgar.
En mitad del
asombro escucho el tono de Nokia, repica dos veces y el tercero es interrumpido.
“¿Alooooó?
Sí, soy quien habla… eso cuesta treinta
mil… para dos personas… la adicional son doce… sí bueno es grande pero no para que duerman
tres… sí, tiene aire… ortopédico… sí muy cerca…
y tiene estacionamiento… bueno si el niño tiene menos de tres años no paga… no señor eso es una posada familiar,
no es para hacer bochinche… de nada… también tengo otros planes, si gusta llama”...
“Aló, voy en el metro…. Espérame ahí que ya estoy
cerca… coño si has esperado dos horas no te cuesta nada esperar quince minutos…
aló….”
“No vale, no seas pendeja no te lo cales más…”
“Yo le dije a mi mamá”
Mi cerebro
entra en crisis, es demasiada información para procesar, este vagón viene cargado
de historias, conscientemente decido no escuchar más y me atrevo a sacar mi teléfono, siento un poco de miedo, se de muchas historias de
robos, pero creo que voy en territorio seguro, sino los otros pasajeros no estarían
hablando.
En serio estoy considerando comprar un reproductor
de MP3 y unos audífonos, no quiero
volverme loco con tanto cuento.
“Aló, negra…. Montantes las caraotas… yo compré el
queso y lo plátanos…
“Mami, llegando activa”…. “No vale yo no tengo real
“…. “Bueno pero tenemos patria”…
“Yo no me retrato en grupo pendejo”… “A mí no me
gustan esas cosas”… “mámelo en cruz”…
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