jueves, 2 de julio de 2015

Y sin embargo te quiero.



 Hoy Yoti, mi amiga, me ofreció llevarme en su carro a la estación Capuchinos, me sentí afortunado, de sólo pensar que me ahorraría la mitad del recorrido, fui tan feliz como cuando me enteré, que por fin la telenovela “Como tú ninguna” llagaría a su capítulo final después de casi dos años de transmisión.
Como si se tratara de un lunes bancario, la autopista estaba sola, tan sola que bastaron 15 minutos para llegar desde Las Mercedes a Saint Martin avenue. Me bajé del carro un poco decepcionado, fue muy poco tiempo para conversar con Yoti, con ella puedo pasar el día entero conversando y siempre encontramos algo para reír y divertirnos.
Eran las 5.27 p.m cundo vi el reloj por última vez, luego desapareció de mi muñeca, sin saber cómo ni dónde, descubrí su ausencia al llegar a casa. El andén estaba a reventar; todos queríamos entrar, pero los trenes venia tan llenos con un San Ruperto, (Así se llamaba una línea de buses que circulaban por Caracas antes de la inauguración del metro) una chica que estaba parada delante de mi leía Verónica decide morir de Pablo Coelho y me dieron ganas de empujarla a los rieles, pero preferí buscarle conversación. Quería que supiera que Él es el Ricardo Arjona de la literatura, pero fue inútil, Coelho se le antojó más entretenido. De fondo Joaquín Sabina berreaba Sin embargo te quiero, me sentía como perro con gusanos, necesitaba hablar para olvidar el desprecio de la tipa. 
Pasaron tres tristes trenes llenos de gente triste y nada, seguía parado ahí, entre el calor de mis compañeros de andén, una señora de edad dudosa vestida como una adolescente y la cara gritándome jamás he usado Segundo Debut, una chica enorme que descubrí que era un hombre cuando me recostó el tostón y un tipo que venía con ella que era una suerte de Walter Mercado, pero como del de Quita Crespo. Abrí la boca para quejarme del calor y entre todos entablamos una conversación sustentada en nada, es muy raro cuando conversar cuando no ves la cara de la gente, pero en el andén es un lujo que no te puedes permitir, los ojos deben estar puesto en lugar donde calculas se abriera la puerta, sin embargo la conversación fluyo con humor, haciendo que la espera fuera menos trágica.
Luego de ver pasar 5 ó 6 trenes logramos subir, quedamos todos muy apretaditos, tanto que volví a sentir el tostón de la chic@, como pude me voltee y le lancé mi mirada de ira número 45. Creo que entendió que no estaba interesado en el plátano que me ofrecía. Avergonzad@ bajó la mirada sacó y sacó el pecho, echó para atrás el culo y se alejó de mí, así pasamos dos estaciones, en un baile caluroso e indiferente, cachete con cachete, afortunadamente no me pegó ningún tufo. En el tren no cabía nadie más, estaba completamente en silencio, un silencio que estoy seguro todos agradecíamos porque cuando a un vendedor inoportuno se lo ocurrió decir " Una Venezuela activa que me de los buenos días” la gente grito a una sola voz !noooooo valeeee! Una señora muy fina gritó ¡No joda chico, tú si eres arrecho!!!!! Y el carajo no tuvo más remedio que abortar su misión de venta. En la estación La Paz el tren se despejó un poco, vi a un amigo y me acerqué a conversar, olvidé completamente a mis amigos del andén, pero volví a saber de ellos cuando al llegar a la estación Antimano Walter Mercado y se bajó del tren y desde el andén me lanzó un besito.

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