Como
alma que lleva el diablo
El fanatismo religioso, siempre me ha parecido
terrible. Nada lo justifica, nada lo sustenta, partir del hecho de que tu fe te
convierte en un ser superior es simplemente intolerante. Creo en la libertad de culto, soy respetuoso
de la fe de otros, pero la descalificación no. ¡Eso sí que no!
En
la estación Parque Central, subió un hombre de aspecto fantasmagórico, tiene
ojeras pronunciadas y está más flaco que los perros de Charallave, la camisa le
queda grande, la corbata le aprieta y su presencia me da calor.
En los últimos días, los trenes de la línea dos
del metro de Caracas, están trabajando sin aire acondicionado, esto hace más
duro el viaje de 45 minutos que debo hacer dos veces al día, la presencia de este Señor era lo único que
faltaba. Comenzó arrechándose porque muy
poca gente respondió las buenas noches, a
esta hora todo el mundo quiere llegar a
su casa, luego de una larga jornada la mayoría
viaja con los ojos cerrados aun estando de pie, En voz alta invocó al padre
eterno, y luego comenzó a gritar “Digan
amén” nadie respondió y el hombre lanzó la primera maldición. “Maldito sea todo
aquel que reniega de tu nombre”
Cuando
me arrecho, siento que un calor extremo comienza
a subirme por los pies y me explota en la cabeza, como puedo me incorporo y me digo a mí mismo,
Mi mismo no vayas armar un show que no vale pena, pero el demonio que llevo
dentro me dice: “Y quien coño es ese señor como para maldecirte y anularte al
punto de que tú no digas nada” respiro y
cuento hasta 45, y el hombre sigue, en su discurso comienza a relatar de como
el señor lo arranco de las garras mal y mirándome fijamente a los ojos me dice:
“arrepiéntete pecador” ¡coño nos pilló!
me dice el dominio, Y sin quitarle los ojos
de encima le respondo. Ok ¿Si te digo
que estoy arrepentido te callas?
En el vagón explota una carcajada, entonces
pienso, que mierda con mi incontinencia verbal, el Señor arremeterá contra mí
con toda su fuerza, si al pana le pasa igual que a mí la arrechera le está
llegando al cuello, entonces siento que es hora de actuar y recuerdo que un
unitario del ciclo de Rómulo Gallegos, escuché decir a Marina Baura, Quien pega
primero pega dos veces. Así que sin pensarlo mucho lanzo el segundo coñazo.
Por
favor no me hable tan cerca que tiene mal aliento, la carcajada explota esta
vez con más fuerza y el hombre queda mudo, se tambalea y en eso abren las
puertas, la gente sigue riendo y descubre que está perdido y como alma que
lleva el diablo abandona el vagón.
Sonrió
y miro buscando reconocimiento, siento que me van a aplaudir, pero no todo el
mundo tiene los ojos cerrados.