Entre la cortesía y abuso.
Crecí y vivo rodeado de mujeres, las respeto profundamente, sólo hasta que se suben al metro con cara de yo merezco viajar sentada. A diario las veo y de todas las edades que con arrogancia y rabia reclama un puesto. Yo salgo de mi casa a las 6.30 A.M y hay días que me toca separar en el andén hasta pasadas la 7 para poder viajar sentado cómodamente y poder leer sin mayores problemas, conozco mucha gente que hace lo mismo.
Pero para muchas ser mujer es sinónimo de minusválida. Se paran frente a ti y te miran con desdén. Puedo leer su mente, me insultan y tildan de patán. Pero mi indiferencia es más fuerte.
Les juro, soy un caballero y si veo a alguien en auténtica necesidad, con mucho gusto sedo el puesto. Pero para la niña que eligió salir de su casa con tacones de 20 cm ¡no! la vida de sacrificio fue elogiada por ella no por mi (Eso lo vi en un libro de Pablo Cohelo que lee la rubia que tengo sentada al lado) en serio millones de mujeres luchan a diario por la igualdad de género, para que ellas pongan el orgullo feminista por el suelo, por culpa de la flojera.
Señora si usted quiere viajar sentada, salga más temprano de su casa y borre de su cabeza la frase "cualquier pendejo me da el puesto" no se rebaje usando el lugar común "no hay caballeros" porque sí hay, y muchos, pero también tenemos derecho a viajar sentados y sufrir de flebitis. Compre un paquete de venastat si lo consigue y maquíllese de dignidad sólo por algunas estaciones. Repito caballeros hay los que están ocupados son los puestos.
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