viernes, 26 de junio de 2015

Entre el nacionalismo y la xenofobia



Hoy en el metro, lucia orgulloso mi franela de la vinotinto. Le sonreía  a todo el que la llevaba puesta, sentía que formaba parte de algo, de una emoción o sentimiento colectivo, en serio es una sensación maravillosa.

Desde esta mañana en mi cabeza suena  la canción “Que viva, que viva la vinotinto, eres mi selección por eso te quiero, te quiero”  Hacia tiempo no me sentía tan orgulloso de ser venezolano, aunque siempre lo estoy no sé qué pasa  pero desde del domingo lo estoy más.
Mi nacionalismo está a flor de piel, hoy al ver a una persona  con una franela de otra selección hasta me arreché y se me encendieron las alarmas.
Cerré los ojos, pensé por unos minutos y concluí. Esa persona tiene todo el derecho a usar la franela que le venga en gana, estoy seguro que si yo viviera en otro país también luciría la mía con orgullo. 
¿Pero por qué tuve ese mal pensamiento?

En los últimos días, en varias conversaciones con amigos, he escuchado de gente que vive aquí, que se sirve de los de aquí y anda hablando muy mal del país. Sí es cierto estamos viviendo tiempos duros, un auténtico  caos  y digo para no decir un mierdero, pero a nadie le gusta que le restrieguen la mierda en la cara.

 Yo crecí entre extranjeros, En los Teques, la colonia portuguesa más grande del país, tan grande que en sus cercanía se construye un santuario para la Virgen de Fátima, en mis primeros años me acostumbre a escuchar cosas como, los venezolanos son flojos, Venezuela es bella pero su gente es una mierda, en fin esas cosas que todos saben que dicen de nosotros.  Vi cómo  se celebraban tradiciones foráneas  y aprendí aceptar que todo eso tenía su espacio, pero también aprendí que debía hacer algo para no dejar que eso opacara mi verdadera identidad.
Comencé a escuchar a Simón Díaz, Aldemaro Romero, María Teresa Chacín y todo lo que sonará a arpa cuatro y maraca, a leer a nuestros escritores, ver nuestras películas y  por sobre todo a no quedarme callado cuando escucho a alguien hablando pestes.
Creo que la xenofobia no se justifica y me da mucho dolor  ver que hoy está más en boga que nunca. Sólo basta ver el discurso del hijo de puta de Trump hablando de los mexicanos para  saber que esa definitivamente no es la vía. 
¿Pero entonces que hacemos con los extranjeros  a los que no les importa nuestro país, nos hacemos los pendejos o buscamos una forma amable de hacerles ver sus errores?

 Por ahora sólo me atreveré a dar un consejo a los amigos que se han ido, por favor no hablen mal del país que los recibe, honren a su gente y sean agradecidos sin olvidar de donde vienen. Ninguna cultura es superior a otra, simplemente son diferentes, el respeto debe estar por sobre todas las cosas.
Hace unos días leí en el muro de una amiga que vive en Chile, que tiene el corazón dividido en tres, su Perú natal, su Venezuela amada y la tierra que ahora la recibe, eso debe ser el ejemplo a seguir.  Así que viva la vinotinto y viva la América toda. Que vivan todos los cuidamos del mundo con la libertad de ir donde quieran pero siempre con la bandera de la alegría. 


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