En el andén la mamá le dice a una
niña como de 10 años "salte mamita, salte" y como si de una perrita
se tratara la niña salta y se sacude, de
las cholitas sale arena que se queda pegado al vinil de piso.
Caracas tiene la particularidad de ser una
gran urbe cerca del mar, una autopista extraordinaria construida en la década
del cincuenta del siglo pasado, te pone en tan sólo 35minutos con los pies en
la arena.
Estamos en época de vacaciones y la gente que
no sabe qué hacer con los muchachos, entonces se los lleva a jugar un rato en la playa. En
la estación La Paz hay un servicio de metrobús que es bastante económico y deja
a las personas a los balnearios más populares. Así que por estos días es muy
común ver a familias completas con sus atuendos playeros. Uno de los personajes
más comunes es el papá barrigón con la toalla curtida sobre el cuello, cholas
petroleras (sandalias de plástico rústico de color negro) y una cava de
anime, lo acompaña la esposa pasada de kilos con piel de naranja en las
piernas, bueno decir piel de naranja es ser conservador, las piernas se
parecen más a un sofá capitoneado, ella luce un bello short de bluyin que
alguna vez fue azul, con los remaches oxidados y el cierre sujetado con un pedacito
de papel para que no se le baje. A los niños los llevan en pijama, o con ropita
de andar en casa, mientras más viejita esté como que es mejor, imagino que es
para que no se le dañe con la sal.
Por momentos siento
que estoy en un capítulo del Chavo cuando la vecindad se va a pasar unos días
en Acapulco.
La niña que se saltaba en el andén se sienta a
mi lado; huele a sal con aceite de coco. Le dice la mamá que le duele la
barrigita y la mamá en lugar de preocuparse le dice “eso te pasa Eva María por
comer tanto huevo sancochado, nada más a ti se te ocurre cometerte 6 y dos
sándwich con diablitos y chiswis, pasaste todo el día empiná en l botella
de fresco, raro fuera que no te doliera”.
El papá que está sentado justo en frente, en
mitad del recorrido entre estación y estación se pone de pie, se afloja la
cuerdita del short y se mete la mano, su cara se trasfigura y se nota que lo
que está sintiendo es placer, me hizo recordar a la cara de Amélie Poulain
metiendo la mano en el saco de arvejas (por cierto tengo tiempo con ganas de
comer arvejas pero no hay) del interior del short un grueso hilo de arena se
desprende y en los altavoces suena “reloj no marques las horas” ¿Casualidad? No
sé pero, lo que sí no es casualidad es el olor a pedos que me llega de repente,
resoplo me rasco la nariz y recuerdo los 6 huevos sancochados de la carajita.
La mamá se percata del olor y la mira desconcertada, pero ante mí queda en
evidencia, usa la misma técnica que yo para hacerse la pendeja.
El papá abre su bocota para anunciarnos, que
cuando llegue a casa se va tener que echar un baño, noto cierto tono de resignación,
sus inflexiones son las de alguien que no está convencido del todo de algo que
debe hacer. Entonces la niña comienza a llorar y me asusto, temo tanto que a la
niña se la haya salido una sorpresa, no sé si debo parame y evitar la catástrofe.
Afortunadamente fue una falsa alarma, la niña llora porque no se quiere bañar,
argumenta que ella ya se bañó todo el día y lo único que quiere es dormir.
El papá la
tranquiliza diciéndole que si llegan muy cansados se acuestan así. La mamá
sigue fingiendo que no está ahí, a pesar del escote y el tatuaje mal hecho en
el seno derecho, aún le queda un poco de vergüenza. Entonces como quien regresa de un mal sueño
pega un grito ¡La patilla! Y papá grita ¡coño
la dejé!
Viste ahora no nos
van a creer que fuimos a la playa, entonces sin darme cuenta el que abre lo
bocota soy yo y digo ¡Noooooooooooooo vale no se les nota!!!